Kingston, W.H.G.: A lo largo del Amazonas, Buenos Aires, Espasa Calpe, 1946, Rústica con solapas, 246 pág, 18x11
El escritor y explorador inglés W. H. G. Kingston ha trazado en su obra A LO LARGO DEL AMAZONAS un mapa pintoresco, lleno de interés científico y anecdótico, todos sus datos, sus paisajes, su fauna y su flora agrupados en forma novelesca. Para dar más cumplido sentido biográfico a su diario, lo comienza compenetrándose con el personaje capital: «Creo aue se me puede dispensar —dice— el que me enorgullezca por mi alto nacimiento, no porque mis antepasados gozasen de títulos nobiliarios, no porque mi familia se haya distinguido con asombrosas hazañas, no por sus riquezas ni otras razones por el estilo, sino porque vi la luz en una de las ciudades más altas del mundo. Nací en Quito». El inglés flemático, valiente, observador, recorre la maraña virgen del Amazonas, el río que descubrió Orellana y del que acaba de celebrarse el cuarto centenario. Frente a aquellos relatos antiguos, como el del viaje que en 1632 —pasados casi cien años del descubrimiento— hicieron cinco religiosos franciscanos, saliendo también de Quito, el río misterioso sigue siendo tan misterioso y estando tan intacto como desde los primeros días de la creación. A Kingston también le reciben con regocijo las tribus de indios, pero muchas veces cambia hacia lo trágico el viento acogedor y pasa por serios peligros, perdido en la selva, desaparecido el intérprete o el guía, escapada la canoa. En la relación de Acuña, como en este novelesco libro, se destaca la primacía del río Amazonas sobre todos les del planeta y eso da un enorme interés panorámico c este ameno cuento de viajes y aventuras, colorista a la par que científico. Un raro parque zoológico se va abasteciendo con los más diversos animales que describe Kingston, con jaguares, pumas, cóndores, «perezosos», «matamatas», guacamayos y enormes murciélagos. Atravesando «igarapes», descubriendo árboles de la quinquina, la «corteza de las cortezas»; curándose fiebres y heridas, camina por los más fragorosos parajes en compañía de amezonas blancas que dan un aire muy de época al viaje, hasta que, sano y salvo lleno de recuerdos y de interesantes apuntaciones, hace aún dos viajes a Inglaterra a bordo del «lnca»
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