Y a mi sobrino Albert le dejo la isla que le gané a Fatty Hagan en una partida de póquer.

Y a mi sobrino Albert le dejo la isla que le gané a Fatty Hagan en una partida de póquer. David Forrest. Traducción de Gabriel López Guix. Tapa dura. Círculo de Lectores. 1989.Ni el joven Albert, heredero de la isla que su tío le había ganado a Fatty Hagan en una partida de póquer y que aparece mencionado en el conciso título de esta novela, ni Fatty Hagan, que tambiénaparece citado, ni siquiera el tío Alf, hubieran podido jamás imaginar el indescriptible revuelo que aquel solitario peñasco del canal de la Mancha -pero fuera de aguas jurisdiccionales- iba adesencadenar. Para Albert, la decepción primera que le reporta la visión de su exiguo y desolado«imperio» se trueca pronto en gratificantesatisfacción al descubrir que el territoriono está poblado sólo por una gaviota coja y un par de cormoranes hostiles. Alli, tendida sobre las peñas, a veinte metros de distancia, avista otra especie viviente: una espléndida y rubia jovencita que toma el sol tal y como su madre la trajo al mundo, aprovechando la tranquilidad que ledispensa la absoluta falta de voyeurs en el islote.Sintiéndose rey de su isla, Albert se acercaa la «invasora» pensando en si debeconvertirla en su prisionera de guerra ysopesando si merece la pena analizarla antes con más detalle, con ayuda de sus prismáticos, cuando se halla a tan sólo dos metros de la muchacha.. Su incipiente amistad, sus crecientesafinidades, sus idílicas aproximaciones, su cada vez mayor conocimiento mutuo, ya casi en el sentido bíblico, sufren una brusca interrupción al irrumpir en el escenario un buque espía ruso, disfrazado de pesquero, que encalla en la isla. Apartir de aquí, el reducido peñasco se convierte en un punto de litigio.