Pollak, Kurt: Los discípulos de Hipócrates, Barcelona, Plaza & Janés, 1969,Tela editorial con sobrecubiertas, 425 pág, + 3 hojas de índices, láminas b/n, 22x15
En el mejor de los casos, se quedaba sin emolumentos o perdía su prestigio. Ahora bien, cuando acertaba con una rápida curación, se le colmaba de oro y de honores, se le consideraba sabio o, por lo menos..., se convertía en médico de moda. Como todo el mundo sabe, muchos médicos no sólo se distinguieron por su ciencia, sino, también, por su contribución, con obras inolvidables, al desarrollo de las bellas artes, la literatura, la teología y la política.
Kurt Pollak alinea ante el foro de la Medicina mundial a varias figuras de médicos famosos, cuyos nombres representan a otros muchos que fueron perfeccionando la terapéutica mediante los conocimientos adquiridos. Tampoco olvida el autor, en su polifacética exposición, los problemas personales del médico, cuyos diversos aspectos parecen suscitar actitudes indiferentes e injustas entre los propios enfermos y la opinión pública; concretamente, la pugna por afirmar sus derechos y su posición social, así como para asegurarse una remuneración adecuada.
En este libro, dedicado no sólo al profesional sino también a todo el que quiera documentarse sobre una de las más hermosas profesiones del mundo, el lector verá desfilar ante sí las facetas brillantes y sombrías de la profesión médica, se familiarizará con su gran pasado y vislumbrará un futuro más glorioso aún.
El médico nos acompaña desde que nacemos hasta que morimos. Le buscan personas enfermas y personas sanas. Y él debe estarsiempre a su disposición, debe ser omnisciente y conocertodos los caminos que llevan a la curación. Cabría, pues, preguntarse si un simple mortal puede satisfacer tantos requisitos. ¿No será el médico un ser sobrehumano? Basándose en su sólida experiencia profesional, Kurt Pollak da una respuesta clara en esta detallada crónica de la profesión médica. En LOS DISCIPULOS DE HIPOCRATES, el autorconsigue demostrar que, a lo largo de seis milenios, la imagen del médico ha evolucionado tanto como la del ser humano y que éste, no obstante, se ha mantenido inalterable bajo ciertos aspectos. En todas las épocas, el médico ha sido semidiós, hechicero, esclavo, miembro de la alta sociedad o modesto ciudadano, sacerdote o príncipe, soldado o artesano, investigador o médico de hospicio, curandero o corifeo, santo o, a veces, todo lo contrario. Hoy día, cada uno de esos tipos aún está representado en uno u otro rincón de la Tierra. Autoridades y pacientes entorpecían muchas veces la labor del médico, quien había de pagar con la vida un tratamiento desafortunado
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