La filosofía (del griego φιλοσοφία ‘amor a la sabiduría’, derivado de φιλεῖν, fileîn, ‘amar’, y σοφία, sofía, ‘sabiduría’;1 trans. en latín como philosophĭa)2 es una disciplina académica y «conjunto de reflexiones sobre la esencia, las propiedades, las causas y los efectos de las cosas naturales, especialmente sobre el hombre y el universo».3 Bertrand Russell, en su libro Fundamentos de filosofía, comienza diciendo:
Quizá espere el lector que comencemos [...] con una definición de la filosofía; pero, con razón o sin ella, no es este mi propósito. Toda definición que se dé a esta palabra variará con la filosofía que se adopte. Por lo tanto, todo lo que podemos decir al empezar es que existen ciertos problemas que interesan a determinadas personas, y que, al menos por ahora, no pertenecen a ninguna ciencia especial. Todos estos problemas son de tal especie que suscitan dudas acerca de lo que pasa comúnmente por conocimiento; y, si estas dudas se han de aclarar, en modo alguno lo harán solo mediante un estudio especial al cual damos el nombre de «filosofía».
En consecuencia, el primer paso que puede darse para definir esta palabra consiste en indicar esos problemas y esas dudas, los cuales constituyen asimismo el primer paso en el verdadero estudio de la filosofía. Entre los problemas filosóficos tradicionales hay algunos que no se prestan, según mi parecer, a ningún tratamiento intelectual por sí mismos, ya que trascienden nuestras facultades cognoscitivas; por lo tanto, no trataremos de estos problemas. Hay otros, sin embargo, que, aunque no sean susceptibles de que pueda dárseles solución definitiva por ahora, lo son al menos de que se muestre la dirección que ha de seguirse para lograrla y el género de solución que les conviene, y que tal vez se alcance con el tiempo. La filosofía se origina del esfuerzo inusitadamente obstinado por alcanzar el conocimiento verdadero; lo que en nuestra vida ordinaria pasa por ser conocimiento adolece de tres defectos: es demasiado seguro de sí mismo; es vago; es contradictorio