La comunión eclesial. Documento de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe. Editorial PPC. Primera edición. 1977.Presentamos el amplio documento emanado de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe. Es fruto, según declaraciones del director del secretariado de la citada Comisión, de tres años de reflexión y trabajo. Su redacción se debe, en principio, al encargo de la Comisión Permanente del Episcopado Español. Su finalidad es servir de guía que delimite los términos del pluralismo dentro de la Iglesia: basta dónde se está dentro de ella y cuándo nace el peligro del cisma, la división o la herejía. Los destinatarios directos de este documento son los propios obispos, los teólogos, los sacerdotes y todas las personas implicadas en la pastoral de conjunto. Y, por supuesto, todos los cristianos. Se consideran en él los diversos aspectos de las tres dimensiones que articulan la unidad de la Iglesia: la profesión de una fe común, la incorporación a una comunidad fraternal y, final-mente, la participación en un mismo culto y en unos mismos sacramentos, particularmente en el sacramento de la Eucaristía. En la primera parte, primordialmente doctrinal, los obispos descienden a iluminar temas tan importantes como el de la inmutabilidad del mensaje cristiano en relación con la variedad de sus expresiones doctrinales y prácticas; el diálogo entre la fe y las diversas culturas; el riesgo de implicar la fe en las «ideologias»; el ministerio magisterial de la Iglesia, particularmente, el de los obispos, etc.La segunda parte, dedicada a la comunión fraterna, reflexiona sobre puntos tan interesantes como la armonia entre la fraternidad cristiana y el pluralismo de los cristianos; el pluralismo tem. poral de los fieles y la profesión de la única fe; la actitud adecuada ante los fenómenos actuales de división dentro de la Iglesia; experiencias positivas y negativas que actualmente se dan entre nosotros. La tercera parte se ocupa de la Eucaristía como centro sacramental de la comunión eclesial y expresión máxima de la oración comunitaria cristiana. Pone de manifiesto los resultados positivos que ha traido consigo la renovación litúrgica conciliar y, tras señalar algunas desviaciones que se han producido en este campo, da normas orientativas sobre la celebración y el culto eucarístico. Muestra cómo la Eucaristia ha de aparecer siempre como «signo eficaz de unidad de los cristianos» y convocatoria de unidad para todos los hombres. Por lo cual ha de evitarse en ella todo tipo de «manipulación» que pudiera convertirla en «instrumento de discriminación o de ruptura». Se trata, como fácilmente puede verse por su esquema, de un documento de alto bordo y sumamente oportuno. Por la seguridad de su doctrina, por la autoridad que lo avala, por su sentido realista y práctico, por el sentido pastoral y profundamente religioso que lo empapa desde la cruz a la fecha.