Textos y Documentos. XLV Congreso Eucarístico Internacional (Sevilla, 7 a 13 de junio de 1993). Publicaciones Obra Social y Cultural Cajasur. 1994. Desde que Juan Pablo Il anunciara que el XLV Congreso Eucarístico Internacional se celebraría en Sevilla en 1993, fue propósito del Comité Local del Congreso, siempre bajo los auspicios del Comité Pontificio, hacer de este gran encuentro eucarístico, una ocasión privilegiada para reflexionar sobre el tema: Eucaristía y evangelización. El mismo Juan Pablo Il lo había dicho en Seúl: el Congreso de Sevilla en 1993 se celebraba dentro del marco de la conmemoración del Quinto Centenario de la evangelización de América. Era pues imprescindible hacer memoria -en sentido eucarístico y misionero- de lo que significa evangelizar. En nada había que desviarse de lo que eran los objetivos de un Congreso Eucarístico Internacional. Pero teníamos que ser fieles a la misma historia de estos Congresos, que se han ido renovando a medida que las necesidades pastorales de la Iglesia lo requerian. Este Congreso de Sevilla haría -y quizá por primera vez en la historia de los Congresos- una amplia y profunda reflexión sobre Eucaristía y evangeli-zación. Primero se convocaron a los mejores especialistas en el tema: teólogos, es-crituristas, catequetas, liturgistas... Y elaboraron el "documento base" que había de servir como guía de las reflexiones en los diversos ámbitos de la vida cristiana: oración celebraciones, estudio, catequesis, práctica de la caridad. La segunda parte, y la más importante, al menos como encuentro universal, sería la misma celebración del Congreso. Ponencias cuidadosamente preparadas por notables especialistas del tema. Mesas redondas en las que, con notable diversidad de idiomas se dialogaba sobre los asuntos y cuestiones de mayor actualidad, siempre relacionados con la Eucaristía y la evangelización. Conferencias de marcado sentido pastoral, que entusiasmaban a cuantos la escuchaban y encendían el deseo de llevar a todos los hombres la luz que allí se recibía. No era extraño que así fuera. Cristo era la luz de los pueblos. Y este anuncio lo hacían, desde su testimonio personal y desde su experiencia vivida, hombres y mujeres sinceramente comprometidos en tareas evangelizadoras, en vida eucarística, en el cuidado de los pobres. Al discurso se unía la celebración. Y de lo que allí se decía, en este libro se refleja. Ponencias, conferencias, conclusiones, resúmenes, homilías y parlamentos… El último capítulo, y el más importante en razón del magisterio, está for mado por cuanto aquí, y para toda la Iglesia, dijera Juan Pablo II. Discursos importantes, homilías de marcado contenido eucarístico. Exhortaciones llenas de entusiasmo evangelizador. Un Congreso Eucarístico Internacional no es un simposio de especialistas. Es un encuentro de toda la comunidad cristiana que se reúne para celebrar la Eucaristía. Y, para mejor celebrarla y vivirla, es por lo que se hicieron trabajos y reflexiones tan importantes. Todo ello se recoge en este libro. Lo que el Espíritu del Señor dijera a cada uno, se hará fruto de bien en los distintos trabajos que emprendamos, para llevar la Buena Noticia a nuestros hermanos. Llegue nuestra gratitud al Comité Pontificio para los Congresos Eucarísticos Internacionales que, desde el primer momento, hasta la última de las celebraciones, estuvo siempre a nuestro lado. Al Secretariado General del Congreso, eficaz en todas sus secciones. A los muchos y anónimos voluntarios, que nos prestaron su ayuda y nos dieron el admirable ejemplo de su amor a la Iglesia.