Entre las propuestas renovadoras del teatro en los primeros años del siglo XX en España, destaca con fuerza el proyecto dramático que encabezan las Comedias bárbaras de Ramón María del Valle-Inclán por su profunda «radicalidad». Entendida ésta por su indiscutible independencia, originalidad y violencia dramática, en contra, en la mayoría de los casos, de los gustos y exigencias del público. Para Francisco Ruiz Ramón la radicalidad del teatro de Valle-Inclán es consecuencia de las relaciones conflictivas entre el autor gallego y el teatro de su tiempo, pues ante la imposibilidad de acceder a los espacios escénicos comerciales su teatro se libera de las convenciones tradicionales y, sobre todo, de la necesidad de su representación. Esta idea resulta sugerente pero conviene matizarla pues la primera de las Comedias bárbaras, Águila de blasón sí contó muy rápidamente con un estreno teatral . Es indudable, que con estas obras Valle-Inclán crea un «teatro en libertad» que se desentiende completamente de las limitaciones del teatro de su tiempo, pero no por ello renuncia o se niega a la posibilidad de su representación y prueba de ello es su obstinación por llevar a las tablas su obra El Embrujado . También conviene tener en cuenta que una de las peculiaridades de la renovación teatral simbolista consiste en una profunda literarización de sus dramas con una fuerte carga poética y una gran riqueza de significados, lo cual más que limitarlos los enriquece, con una doble naturaleza teatral: la representación y la lectura, posibilidades que no tienen que ser antitéticas sino más bien complementarias.