El último día del mundo (Juan Eduardo Zúñiga) / Biblioteca de El Sol, 267 - CECISA, 1992

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GÉNERO: Narrativa | Relato || AUTOR: Juan Eduardo Zúñiga || EDITOR: CECISA - Compañía Europea de Comunicación e Información, S.A. (Madrid, España) || COLECCIÓN: Biblioteca de El Sol || NÚMERO: 267 || CUBIERTA: Rodrigo Sánchez, sobre dibujo de José Carlos Cazaña || FORMATO: Económico (tapa flexible), 96 pp., 19,5 x 13 cm.

En los cuentos de Largo noviembre en Madrid (1980) Juan Eduardo Zúñiga acotaba un espacio y un tiempo como marco histórico de sus ficciones. Se trataba de la épica sencilla del vivir diario en el Madrid de la guerra civil. Diez años después, el autor volvía a recrear aquel mundo siguiendo su transcurso natural: los relatos de La tierra será un paraíso (entre ellos los escogidos para el presente volumen de la colección «Biblioteca de El Sol») se sitúan en los años más difíciles de la posguerra; se localizan en una geografía madrileña real y están protagonizados por personajes que, habiendo hecho la guerra con los vencidos, sobrellevan su condición de humillados hasta que algo remueve sus vidas y recobran viejas ilusiones que les den sentido. Por ello estos cuentos pueden considerarse como una prolongación de los anteriores en la peripecia vital de los personajes, en sus coordenadas espaciales y temporales y en el compromiso ético de un autor fiel a su propósito de reivindicación de la memoria a través de la recreación entrañable y auténtica ―comprometida, pero no simplista ni maniquea― de la amarga existencia en el exilio interior de la posguerra.

En este libro la lengua alcanza la tensión precisa en los cuentos que lo componen, a fin de mostrar las vidas de unos personajes y, sobre todo, su anhelo en pos de un paraíso imposible, que Zúñiga nos presenta lleno de recovecos y matices. El autor traza en estos cuentos una épica de la militancia clandestina durante los primeros años del franquismo. En especial, se ocupa de las vidas de unos hombres que, en medio de un ambiente adverso, pretenden seguir conservando ciertas esperanzas a través de las ilusiones que van forjando, de la peripecia de unas vidas humildes rehechas con remiendos de esperanza en años azarosos y dolientes. El sexo, el compañerismo, la soledad, el secreto desempeñan un papel importante en estos relatos sobre vencidos, plenos de calidad, interés y hondura humana.

En «El último día del mundo», un matrimonio y un desconocido a quien se da el nombre emblemático de Falstaff, se alían en una vida de felicidad, adueñándose de un destino al que ellos mismos ponen fin… La historia muestra de qué manera tres muchachos espían a unos seres vencidos en la guerra pendientes de que derriben el chalé que habitan; mientras se dedican ―para olvidar el triste pasado― a «hacer nada más que aquello que les agradaba»: fiestas, banquetes, orgías y demás juegos de amor. 

Puede sorprender la importancia que adquieren las escenas de encuentros sexuales, con cierta inercia sexista si se considera desde una perspectiva moderna, que se explican, de hecho, como la respuesta de unos individuos angustiados por la amenaza constante de muerte bajo los bombardeos. Al cuerpo frío de la muerte, hombres y mujeres responden buscando el calor de otros cuerpos anónimos, renunciando a tabús vigentes en tiempo de paz. Pero también relata Zúñiga la degradación del deseo que llega con la miseria y la prostitución de mujeres jóvenes, que descubren en la renuncia a valores de clase una posibilidad de levantar sus vidas en «Antiguas pasiones inmutables», una excelente narración lírica concebida como alegoría de las dos Españas en las figuras de una criada y un señorito acomodado.

En «Sueños después de la derrota», un teniente durante la guerra en cuyo transcurso es abandonado por su mujer, y que trabaja ahora como limpiabotas, conecta de nuevo con sus antiguos compañeros «para seguir luchando y llegar a alcanzar una vida mejor, que la tierra sea un paraíso». La cita secreta del que ahora es un pobre hombre alcoholizado, le devuelve el orgullo del combatiente. Un tema recurrente en todos estos relatos es que sólo «la ilusión hace sentirse grandes a los que nada son», como leemos en «La dignidad, los papeles, el olvido», en donde nos encontramos con unos personajes «ensombrecidos por todo lo pasado y [que] se negaban a ser aliados del oprobio». E «Interminable espera» es otro ejemplo de rechazo de pactos con la indignidad.

Lejos de tesis preconcebidas y de finales impuestos, algunos personajes acaban en la muerte, otros mantienen su compromiso, unos son atraídos por la huida o la búsqueda de la verdad y todos experimentan un rearme de orgullo y dignidad que constituye su única tabla de salvación. El derroche de humanidad y comprensión sin renunciar al compromiso ideológico con la historia, la ternura y la poesía de muchas situaciones forman un conjunto de bien granadas narraciones líricas que presentan características comunes, sosteniendo el carácter unitario del libro tanto en su contenido como en sus componentes formales. Todos son producto de la conciencia de un pasado. Su historia se desarrolla en la miseria y en la asfixia espiritual de la inmediata posguerra, con el peso del miedo, el odio, la autodestrucción resignada o fatalista y otras marcas de una contienda que nadie podría borrar. La trayectoria de los personajes responde, en su mayoría, a este desarrollo: malviven un presente de abandono o de compromiso, recuerdan su peripecia bélica y, marginados o comprometidos, recuperan o avivan la conciencia de su dignidad y la esperanza de un futuro liberador que los saque de su postración.

CONTENIDO

Juan Eduardo Zúñiga
El último día del mundo
Antiguas pasiones inmutables
Sueños después de la derrota
La dignidad, los papeles, el olvido
Interminable espera

AUTOR

Juan Eduardo Zúñiga, escritor, eslavista, lusista, crítico literario y traductor español, nació en Madrid en 1929. Su padre era un salmantino monárquico y conservador que estudió Farmacia y se casó con una granadina; muy prestigiado en su profesión, llegó a ser secretario de la Real Academia de Farmacia y farmacéutico de la Cruz Roja; tenía entre sus mozos de botica también a un escritor en ciernes, Ramón J. Sender. La familia vivía en un chalé apartado del barrio de Prosperidad, en Madrid.

Fue movilizado a finales de 1937, pero, por problemas de salud, lo destinaron a los servicios auxiliares. La experiencia de la Guerra Civil Española marcó para siempre a Juan Eduardo Zúñiga. Estudió Bellas Artes y Filosofía y Letras, especializándose en lenguas eslavas, en particular ruso y búlgaro, lo que le ha permitido a lo largo de su vida realizar diferentes estudios y traducciones sobre la obra de los principales autores en estos idiomas, amistando además con el hispanista búlgaro Todor Neikov (con el que tradujo al español en 1944 la novela búlgara El segador, de Yordan Yovkov) y con el dramaturgo y novelista búlgaro Dimitar Dimov.

Sus primeros ensayos fueron sobre países de la Europa del este: Hungría y Rumania en el Danubio; las luchas históricas en Transilvania y Besarabia. (1944) y La historia y la política de Bulgaria (1945). También es autor de un libro de viajes sobre la ciudad de Sofía (1990), la capital de Bulgaria.

Como escritor, sus preferencias van por el relato corto, vinculado a situaciones reales pero tendente a descubrir las razones secretas de los hechos, el mundo íntimo que se manifiesta en fantasías y en exaltados sueños.

Sus relatos se han publicado en revistas y en antologías y en dos volúmenes: Largo noviembre de Madrid (1980, 1982 y 1990), que está ambientado en un Madrid espectral de los años de la guerra civil, y La tierra será un paraíso (1989), que tiene por tema general la destrucción de las utopías y los ideales y con el que fue finalista del Premio Nacional de la Crítica y del Premio Nacional de Narrativa.

También ha publicado un estudio biográfico, Los imposibles afectos de Ivan Turguéniev (1977), en el que se investiga la vida y la relación amorosa de este novelista con la cantante de origen español Paulina Viardot, y un volumen de ensayos sobre escritores de la Rusia del siglo pasado, El anillo de Pushkin (1983).

En 1987 recibió el Premio Nacional de Traducción, ex aequo, con José Antonio Llardent, por Poesías y prosas selectas, la versión en español de las obras del escritor portugués Antero de Quental (1842-1891). Del idioma portugués ha traducido también la obra de Urbano Tavares Rodrigues y de Mário Dionísio.

De 1999 es la novela histórica Flores de plomo, sobre los últimos días del periodista español Mariano José de Larra que mereció el Premio Ramón Gómez de la Serna de ese año, y de 2003 otro libro de diez relatos, Capital de la gloria, con el que terminaba una trilogía narrativa sobre la guerra civil en Madrid y que fue galardonado con el Premio Nacional de la Crítica a la mejor obra de narrativa y el Premio Salambó. Esta trilogía, publicada de forma conjunta sin título por Cátedra en 2007, volvió a publicarse, con el título La trilogía de la Guerra Civil y con dos relatos más, por Galaxia Gutenberg en 2011 (sumando un total de 35 relatos).

Los ensayos sobre literatura eslava contenidos en Desde los bosques nevados (2010) le valieron el Premio Internacional Terenci Moix. En este mismo año publicó también otro libro de relatos: Brillan monedas oxidadas.

En 2003 recibió la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid y en 2016 el Premio Nacional de las Letras Españolas.


COLECCIÓN «BIBLIOTECA DE EL SOL»

El Sol fue un periódico fundado en 1990 por el destacado editor y mecenas cultural español Germán Sánchez Ruipérez (Peñaranda de Bracamonte, Salamanca, 1926—República Dominicana, 2012), a la sazón fundador y presidente del grupo editorial Anaya y de La Casa del Lector de Madrid. ​La publicación se inspiró en el diario El Sol, histórica cabecera madrileña fundada en 1917 y desaparecida con la Guerra Civil de 1936.

Dirigido por el periodista José Antonio Martínez Soler (JAMS) y editado por Cecisa (Grupo Anaya), el nuevo periódico El Sol fue el primer diario español que contó con una redacción totalmente informatizada. En 1991, El Sol se convirtió también en el primer diario nacional con regalos promocionales, fomentando la lectura y la cultura con una colección de libros en formato económico, denominada Biblioteca de El Sol, editados, al igual que el periódico por Cecisa (Compañía Europea de Comunicación e Información, S.A.). Llegó hasta los 325 títulos, muchos de los cuales comienzan a ser muy buscados por coleccionistas de rarezas y curiosidades editoriales.

Esta colección fue muy popular durante su lanzamiento y ha adquirido un considerable potencial de revalorización en el tiempo, no por razones de calidad técnica editorial sino de índole literaria, artística e histórica: la efímera existencia del periódico con el que se distribuyó y de la empresa editora Cecisa; el que detrás de esta iniciativa de fomento de la lectura se encuentre el empeño personal del reputado editor y mecenas cultural Germán Sánchez Ruipérez; la gran calidad literaria de las obras publicadas, tanto las clásicas y contemporáneas como los libros que se editaron exclusivamente para esta colección; el innovador formato de edición y promoción; la publicidad inserta en un faldón de portada y a toda página en contraportada; las ilustraciones de las portadas, con el característico diseño gráfico de Rodrigo Sánchez sobre el arte conceptual firmado por un amplio elenco de dibujantes e ilustradores nacionales: Luis Mesón, Ángel Uriarte, Carlos Arroyo, Humberto Blanco, José Carlos Cazaña, Ana Isabel González, José L.N. Salinas, Carmen Cano, Natalia Parejo, Sergio Señán, Carmen Trejo, Ricardo Salvador, Jesús Rica, Emma Navarro, C.C. Nieto, Miguel Gutiérrez, Carlos Requejo, José María Requejo e Ignacio Catalán.

El periódico El Sol existió apenas durante dos años, cerrando en 1992 como consecuencia de las bajas ventas y su inestabilidad económica y directiva.

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