GÉNERO: Narrativa | Relato corto|| AUTOR: José Antonio Millán || EDITOR: CECISA - Compañía Europea de Comunicación e Información, S.A. (Madrid, España) || COLECCIÓN: Biblioteca de El Sol ||NÚMERO: 230 ||CUBIERTA: Rodrigo Sánchez || FORMATO: Económico (tapa flexible), 96 pp., 19,5 x 13 cm.
En Fresa rústica y otros relatos, José Antonio Millán intenta desentrañar no tanto su curioso mundo personal como el curioso mundo al que ha sido lanzado. Aunque este autor también lo hace por medio de artículos, críticas, manifiestos, reseñas, poemas y productos híbridos que recorren sus temas de interés, fundamentalmente lo lleva a cabo mediante su narrativa.
Sumario:
José Antonio Millán.
Fresa rústica.
El segundo verano.
Maraña.
Sobre las brasas.
El puentecito.
La caja negra.
Actividad luminosa.
En cada esquina.
La memoria.
Fresa rústica
El relato que abre y da título a este volumen narra en primera persona la aventura culinaria en la que se ve embarcado un español de viaje de negocios en Nueva York que, por mediación de una amiga neoyorquina llamada Reeva, se aloja en el apartamento de un vecino de Elsie, amiga a su vez de Reeva. El vecino en cuestión es un «físico» ausente por largas temporadas «de congresos», si bien las pertenencias de éste revelan una profesión confusa. El título del relato alude a un plato, «Wild Strawberry Chicken», que es el que el narrador decide preparar, tras rebuscar entre los libros de recetas de su involuntario huésped, cuando Reeva le pide que haga una cena para ella y para Elsie. La invitación adquiere para el protagonista un aire vagamente erótico, y el compromiso de la velada gastronómica pende sobre él como una espada de Damocles, manteniéndolo insomne durante la jornada previa. No es de extrañar, pues de este modo tan «artístico» y «solemne» (muy en la línea de la moderna cocina de autor y de diseño) concibe el narrador (y por tanto, el autor) el prosaico acto de cocinar...
«Imaginemos a un pintor de ojos vendados, mezclando los colores de una paleta inexacta, mientras intenta reconstruir un modelo que ha visto hace tiempo, para, minutos antes de la exposición, quitarse la venda con el tiempo justo para dar una pincelada aquí, un retoque allá, y lanzar su obra a la voracidad de los críticos... Eso es cocinar: un acto ciego en el que los procesos, las intervenciones, la calidad de los estadios intermedios están en una nebulosa permanente, y uno sofríe, espolvorea, añade líquidos o los retira con arreglo a un plan, en la convicción de que los resultados internos se irán acercando a esa meta lejana e inequívoca que es un plato perfecto.»
El segundo verano
...de Adán y Eva tras su expulsión del Paraíso.
Maraña
En un pueblecito cercano al municipio madrileño de Garganta de los Montes, un cura es llamado para confesar a un cabrero enfermo que vive aislado en una montaña.
Sobre las brasas
Eva cita a Felipe en un odioso barrio de bloques de viviendas de las afueras de Madrid e insiste en cenar allí a pesar de no conocer la zona. Tampoco Felipe conoce mucho a Eva, y aún sin haber pisado ninguno de los restaurantes, figones o casas de comidas de tan inhóspito y lejano lugar, le basta con extraer del pozo de su experiencia el recuerdo del millar (largo) de dichos establecimientos que contiene, y proceder a algunas comparaciones, para juzgar la conveniencia o no de trasponer el umbral de uno de ellos y llevar a cabo la ya largo tiempo retrasada cena. Así, tras varios descartes, se decide finalmente por un restaurante coreano…
El puentecito
Durante un curso a finales de los sesenta, una epidemia invadió seis colegios religiosos sucesivos de niñas en la calle Padre Damián de Madrid: un canto rítmico se elevó un día en un coro de cientos de voces y acompañó, recreo tras recreo y durante mucho tiempo, al único colegio masculino (también religioso) de la zona. El soniquete era una frase musical breve constantemente repetida: «…y un puentecito». Por aquella época, el narrador de la historia era el hermano mayor de tres niñas que asistían al colegio de al lado, por lo que debían ser conocedoras —si no parte activa— del asunto. Cuando al respecto las interrogó, la mayor le contestó, excitada, que se trataba de un juego nuevo en que se juntaban todas y se cogían de la mano, en corros, cantando «y un puentecito» mientras daban un paso adelante y levantaban los brazos; luego otro paso atrás, y vuelta a empezar. Sin embargo, la explicación no llegó a satisfacer al hermano. Ya conocía el cómo, pero no el porqué. ¿Qué sacaban con ello? ¿Qué remotos mecanismos ponían en juego? Porque él presentía que en todo ello había algo brutal, atávico; algo que no estaba bien…
La caja negra
Un español que viaja en avión desde Nueva York a España, invita a jugar una partida de ajedrez a su vecino de asiento, que resulta ser también un español de nacimiento, aunque cubano de adopción desde hacía muchos años, bastantes de los cuales habían transcurrido en cárceles castristas…
Actividad luminosa
Un hombre que vive recluido, desde su dormitorio, que da a un patio de vecindad, observa a través de una ventana de una casa contigua una pantalla luminosa de extraños fulgores en la que un aluvión de imágenes movedizas vibraban de un modo incomprensible…
En cada esquina
Una noche en Madrid, el narrador de este relato se encuentra por la calle Uva esquina Cifuentes con Jorge, un conocido al que se limitó a hacer un gesto de reconocimiento. Jorge cambió bruscamente de dirección y se acercó, pálido y nervioso, para decirle que no se habían visto, que no se habían cruzado esa noche. Mirando alrededor y apretándole el brazo, Jorge le dirigió al una mirada como nunca había hecho, con una amplia sonrisa.
Jorge era un hombre separado al que había conocido por cuestiones de trabajo, aunque luego coincidieron un día en una fiesta y en otra ocasión en un restaurante. Luego ambos cambiaron de empleo y trabajaron por unos meses en filiales diferentes de una misma compañía. Nunca llegaron a intimar. No se llevaban ni bien ni mal.
A la mañana siguiente a su encuentro, el conocido de Jorge compra con avidez toda la prensa. Lo mismo hizo el otro día, y el otro, y muchos más. Un crimen puede tardar semanas en ser descubierto…
La memoria
En los años cincuenta, el Broche salió de la cárcel y, al no poder seguir con su oficio de maestro, probó con diferentes trabajos. Como siempre se le había dado bien la guitarra y podía entonar pasablemente, se dedicó al cante. Recogía notas en una libreta, con un lápiz, pero un día, cerca de Córdoba, la Guardia Civil se lo hizo pasar muy mal preguntándole por esos apuntes, y desde entonces lo confiaba todo a la memoria, que luego se demostró que no debía haberlo hecho…
AUTOR
José Antonio Millán es lingüista, editor, traductor, articulista y escritor español, nacido en Madrid en 1954. Estudió Filología Hispánica en la Universidad Autónoma de Madrid.
En el campo de la narrativa, ha escrito tanto literatura infantil como para adultos, estando asimismo presente en numerosas antologías.
Como editor tradicional trabajó, entre otros, para los sellos Cátedra y SGEL. Fue director editorial de Taurus Ediciones. A partir de 1992 es profesional freelance. En 1996 tomó parte como director en el proyecto fundacional del Centro Virtual Cervantes, y es miembro del consejo científico de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Dirigió la creación del primer diccionario en CD-ROM de la Real Academia Española de la Lengua y la versión digital del Archivo Gramatical de la Lengua Española. Asimismo, desde julio de 2000 forma parte del comité ejecutivo del Instituto Español de Historia del Libro y la Lectura.
Su sitio web jamillan.com existe desde 1995 y contiene, entre otras muchas cosas, una sección sobre diccionarios y otra sobre edición electrónica: «Libros y Bitios».
Sus intereses de investigación incluyen la lengua, la semiótica y señalética, la lectura, la edición electrónica e Internet, teniendo publicados una treintena de libros como autor único.
Como novelista es autor de El día intermitente (1985), la primera novela española centrada en el mundo de los ordenadores —y ciertamente una descripción inusual de las personas, los problemas y la particular visión del mundo que rodea a la informática—, y Nueva Lisboa (1995), novela de ciencia ficción que trata ya temas como la realidad virtual cuatro años antes de que se estrenara la película Matrix. En 1996 publica Húmeda cavidad, seguido de rosas y puerros, colección de artículos aparecidos en las páginas de cultura del Diario 16 sobre autores, obras y géneros literarios a menudo descuidados en otros medios. En literatura infantil especialmente originales resultan Base y el generador misterioso: una aventura digital (2002), en el que a través de las vivencias de Base, un programa con una base de datos, se da a conocer el fascinante universo de los procesos informáticos, los viajes por la Red guiados por el firme timón del Navegador y cómo se construye una pagina web, y Quasibolo (2007), divertida y sugerente obra en la que, tras una investigación de varios años que ha llevado al autor por cuatro continentes, se desvela el nacimiento y la vida del inolvidable protagonista de tantas señales y carteles, un personaje que es a la vez el más famoso y desconocido del mundo.
Su colección de relatos está recogida en varios libros: Sobre las brasas (1988), La memoria (y otras extremidades) (1990) y Nueve veranos (2005), este último una edición conmemorativa de los cien días de las licencias Creative Commons en España. Varios de ellos se han traducido al inglés, alemán y francés.
En 2017 publicó Tengo, tengo, tengo. Los ritmos de la lengua (2017), editado por Ariel, del Grupo Planeta, su último libro hasta la fecha.
COLECCIÓN «BIBLIOTECA DE EL SOL»
El Sol fue un periódico fundado en 1990 por el destacado editor y mecenas cultural español Germán Sánchez Ruipérez (Peñaranda de Bracamonte, Salamanca, 1926—República Dominicana, 2012), a la sazón fundador y presidente del grupo editorial Anaya y de La Casa del Lector de Madrid. La publicación se inspiró en el diario El Sol, histórica cabecera madrileña fundada en 1917 y desaparecida con la Guerra Civil de 1936.
Dirigido por el periodista José Antonio Martínez Soler (JAMS) y editado por Cecisa (Grupo Anaya), el nuevo periódico El Sol fue el primer diario español que contó con una redacción totalmente informatizada. En 1991, El Sol se convirtió también en el primer diario nacional con regalos promocionales, fomentando la lectura y la cultura con una colección de libros en formato económico, denominada Biblioteca de El Sol, editados, al igual que el periódico por Cecisa (Compañía Europea de Comunicación e Información, S.A.). Llegó hasta los 325 títulos, muchos de los cuales comienzan a ser muy buscados por coleccionistas de rarezas y curiosidades editoriales.
Esta colección fue muy popular durante su lanzamiento y ha adquirido un considerable potencial de revalorización en el tiempo, no por razones de calidad técnica editorial sino de índole literaria, artística e histórica: la efímera existencia del periódico con el que se distribuyó y de la empresa editora Cecisa; el que detrás de esta iniciativa de fomento de la lectura se encuentre el empeño personal del reputado editor y mecenas cultural Germán Sánchez Ruipérez; la gran calidad literaria de las obras publicadas, tanto las clásicas y contemporáneas como los libros que se editaron exclusivamente para esta colección; el innovador formato de edición y promoción; la publicidad inserta en un faldón de portada y a toda página en contraportada; las ilustraciones de las portadas, con el característico diseño gráfico de Rodrigo Sánchez sobre el arte conceptual firmado por un amplio elenco de dibujantes e ilustradores nacionales: Luis Mesón, Ángel Uriarte, Carlos Arroyo, Humberto Blanco, José Carlos Cazaña, Ana Isabel González, José L.N. Salinas, Carmen Cano, Natalia Parejo, Sergio Señán, Carmen Trejo, Ricardo Salvador, Jesús Rica, Emma Navarro, C.C. Nieto, Miguel Gutiérrez, Carlos Requejo, José María Requejo e Ignacio Catalán.
El periódico El Sol existió apenas durante dos años, cerrando en 1992 como consecuencia de las bajas ventas y su inestabilidad económica y directiva.