La reconciliación. San Juan Crisóstomo. Ichthys. Editorial lumen. Segunda edición. 1990.Ante la necesidad de una sincera y profunda reconciliación con Dios y consecuentemente con los hermanos, con el prójimo, nos vienen en ayuda las exhortaciones triste gran padre oriental que ha dejado preciosas páginas aptas para la iluminación espiritual, la exhortación y la instrucción del hombre actual sobre el verdadero camino de la reconciliación con Dios. En la lectura de estas páginas se encuentran diversos caminos a recorrer para obtener la “reconciliación” con dios, para conseguir el perdón de los pecados y para alcanzar la verdadera conversión personal y social. Cuando Crisóstomo trata sobre la comprensión, lo hace hablando del inicio de la sincera conversión, del verdadero remordimiento del corazón, dando el auténtico contenido espiritual a las palabras de Pedro: “convertidos“ (Hechos de los Apóstoles 2,37-38). Para iniciarse en el camino de la santidad, el hombre es llamado a colaborar con la gracia divina, con su voluntad, siempre necesaria para dar fuerza al elemento humano, y la colaboración humana necesaria para la conversión, mediante una vida devota, un examen de conciencia y un constante empeño personal. La penitencia es necesaria para el hombre y se realiza mediante la confesión oral, la contracción del corazón, el relajarse humildemente, el practicar las obras de misericordia, el vivir en continua comunión con Dios y con los hermanos, mortificando, pues, el cuerpo y el espíritu. Por un lado se exige la severidad y dureza contra sí mismo, y, al mismo tiempo, un abandonarse Conce y amor en Dios: lágrimas y alegrías espirituales. Dios acepta la verdadera reconciliación humana que está fundamentada en las lágrimas de los ojos, expresan el verdadero arrepentimiento del corazón. El arrepentimiento del corazón protege al hombre de nuevas caídas y libera a la sociedad de otros males humanos. El hombre arrepentido y reconciliado con Dios, llevará una conducta personal santa, por la cual la sociedad se sentirá aliviada del peso de las culpas humanas.