GÉNERO: Narrativa | Relato | Novela corts || AUTOR:Juan Carlos Onetti || EDITOR: CECISA - Compañía Europea de Comunicación e Información, S.A. (Madrid, España) || COLECCIÓN: Biblioteca de El Sol || NÚMERO: 130 || CUBIERTA: Rodrigo Sánchez, sobre dibujo de Carlos Arroyo|| FORMATO: Económico (tapa flexible), 96 pp., 19,5 x 13 cm
Juan Carlos Onetti, de nacionalidad uruguaya y española, es considerado uno de los más importantes narradores de Uruguay y de la literatura hispanoamericana, precursor de la novela moderna y la literatura existencialista.
Novelista formidable y desconcertante, Onetti es asimismo un maestro del relato y del cuento, territorios de la brevedad en los que su poética alcanza el punto máximo del desconsuelo. La suave genialidad de Onetti es manejar como única materia novelística el trabajo del tiempo. El primer libro que publicó, la novela corta El pozo (de 1939 es la versión definitiva, pues hubo de escribirlo hasta tres veces por haberlo extraviado) se anticipa a la náusea existencialista. Esta característica sobrevuela en su obra, aunque otros sones también la acompañan: fracaso, frustración, miseria, soledad, una pasión amorosa irrenunciable y desesperada, contención expresiva y la posibilidad de interpretación parabólica de un texto realista desplegado ante el lector con insuperable magisterio técnico.
El novelista hispanoperuano Mario Vargas Llosa, autor del ensayo El viaje a la ficción: El mundo de Juan Carlos Onetti (2010), entrevistado en 2008 por la agencia France Presse en Nueva York, definió al uruguayo como uno de los más grandes de la literatura por su exploración del mal en la condición humana. «No ha obtenido el reconocimiento que merece como uno de los autores más originales y personales, que introdujo sobre todo la modernidad en el mundo de la literatura narrativa». «Su mundo es un mundo más bien pesimista, cargado de negatividad, eso hace que no llegue a un público muy vasto», agregó. Vargas Llosa explicó que la idea de escribir un ensayo sobre el autor de Juntacadáveres, El astillero y El pozo le vino cuando en 2001 ejerció como profesor en una cátedra ad hoc de Literatura y Cultura Iberoamericana dentro del Departamento de Español y Portugués de la Universidad de Georgetown, el prestigioso campus de los jesuitas en Washington D.C. «Tuve la suerte de tener un grupo de estudiantes magnífico, que trabajaron mucho conmigo: leímos todo de Onetti, todas las novelas, los cuentos y algunos de los artículos», explicó. «He estado trabajado todo un año, poniendo todo ese material en un pequeño ensayo...». Según Vargas Llosa, «quien se mete al mundo de Onetti queda, al muy poco tiempo, fascinado por su riqueza, su sutileza, por la maestría técnica con la que están construidas sus historias, porque pocos escritores de nuestro tiempo han descrito con tanta lucidez y tanta penetración el fenómeno del mal. El mal, entendido no en un sentido religioso, sino laico. Ese mundo de crueldad, de maldad, de soledad, de ruindad, que forma también parte de la experiencia humana, y que Onetti, que no era nada de eso, sin embargo tenía una sensibilidad muy especial para captarlo y escribirlo». Onetti, agregó Vargas Llosa «tuvo una enorme influencia de Faulkner, sobre todo en la forma técnica, enorme». Sin embargo, sobre el contenido profundo de la obra, Vargas Llosa comparó la de Onetti con la de Louis-Ferdinand Céline (1894-1961), considerado como uno de los mejores novelistas franceses del siglo XX. «Creo que Céline, que es un autor maldito hoy en día, prácticamente innombrable por su vinculación con los nazis y su antisemitismo, también en su obra como en la de Onetti aparece ese fondo ruin, perverso, que forma también parte de la condición humana», dijo. Según Vargas Llosa, «en Onetti, de una manera más austera y menos espectacular —ya que en Céline había mucha retórica y en Onetti no hay retórica, al contrario, hay una gran austeridad— aparece ese aspecto de la condición humana, como en muy pocos escritores modernos».
Sumario:
La novia robada
El infierno tan temido
Tan triste como ella
La historia que cuenta en el relato que da título a este volumen, La novia robada (1968), no traza más que la desventura de una mujer, Moncha Insaurralde, dominada por su vestido nupcial, una novia venida de un viaje a Europa para casarse con un muerto, Marcos Bergner. Es el recuerdo de un recuerdo: el de la joven Moncha cuyo matrimonio no llegó a realizarse y cuyo vestido de novia utilizaba las noches de luna. Este relato se inscribe dentro del ciclo de Santa María, lugar inventado por Onetti, donde se desarrollan varios cuentos del autor, y no es tan sórdido como pueden serlo, por ejemplo, El astillero o Juntacadáveres. Estamos ante una breve joya de todo un maestro, que no necesitan excusas.
Alonso Cueto, en Letras Libres, reseñó de este relato: «La novia robada es un tango reescrito por Mozart. La historia no traza más que la desventura de una mujer dominada por su vestido nupcial, destruida y exaltada por las sedas, los encajes y las puntillas. El hábito hace y deshace al monje... Es un cuento de hadas ponzoñoso, agriándose en sombrío relato gótico. Nadie como este autor para describir la vida cotidiana de los fantasmas, la vida fantasmal de las personas cotidianas».
Se incluye en este volumen otro de los mejores cuentos de Juan Carlos Onetti, El infierno tan temido (1962). Lectura densa, morosa, de sábanas frías y aroma a tabaco, en una noche interminable iluminada solo por un flexo de luz amarilla; como decía Antonio Muñoz Molina, leyendo a Onetti uno mismo se descubre como criatura de su propio mundo ficcional.
Para comprender mejor las circunstancias creativas que rodean a El infierno tan temido es oportuno traer a cuento el comentario del propio autor, en entrevista con Joaquín Soler Serrano en Radio Televisión Española (Madrid, 1977). Onetti resume el argumento y el proceso de escritura que lo envolvió en los siguientes términos:
«Era una pareja de dos chicos que trabajaban en la radio y se habían hecho ese juramento de amor. Que nada, nada, puede interferir, pase lo que pase. Cuando ella violó el juramento de amor, el individuo rompió con ella. Entonces, por despecho (y eso ha sucedido) ella comenzó a mandarle cartas donde había una fotografía de ella y fotos obscenas todas para martirizarlo. Ahora yo me acuerdo que yo intenté… que me habían dicho que yo no era suficientemente puro para escribir esa historia, me habían hecho esa advertencia, quien me contó esa anécdota. Después de escribirla varias veces noté que fracasaba, fracasaba, fracasaba. Hasta que un día otra alemana, que puede estar allí escuchándome, me dijo ¿por qué no la escribes como una novela de amor? Porque si ella le sigue mandando las fotos, si le sigue mandando eso, es porque sigue enamorada del individuo, aunque quiera destruirlo, si no se olvidaría totalmente… Y entonces fue así, escrito como una novela de amor. Ahora, los hechos son todos verdaderos.»
La historia relatada en El infierno tan temido fue llevada al cine en 1980. Ganadora del Cóndor de Plata como Mejor película en 1981, fue dirigida por Raúl de la Torre y protagonizada por Graciela Borges y Alberto de Mendoza.
Por último, la sobrecogedora Tan triste como ella (1963) abre el ciclo de madurez de las nouvelles de Juan Carlos Onetti, que recorre los cuarenta años transcurridos hasta su último libro, Cuando ya no importe (1993), a caballo de La muerte y la niña (1973) y Cuando entonces (1987). Es en estas páginas que el genial escritor alcanza su plenitud creativa y afina las obsesiones que destila toda su obra. Sus personajes deambulan como barcos sin rumbo ni estela hasta perderse en la vastedad de un universo sombrío y abrumador en el que asoma el humo y las botellas vacías de un Onetti hastiado que supo intuir mejor que nadie el persistente naufragio del mundo.
AUTOR
Juan Carlos Onetti (Montevideo, Uruguay, 1909―Madrid, España, 1994) fue un escritor uruguayo-español; según Cristina Peri Rossi, «uno de los pocos existencialistas en lengua castellana», y a decir de Mario Vargas Llosa, «uno de los grandes escritores modernos, y no pienso solo en América Latina».
El apellido original de su familia era O'Nety —de origen irlandés o escocés—; el propio escritor comentó acerca de esto tiempo después: «El primero que vino acá, o sea mi tatarabuelo, ese hombre era inglés nacido en Gibraltar. Fue mi abuelo el que italianizó el nombre».
En 1930, con apenas veintiún años, se casó con su prima María Amalia Onetti. En marzo de ese mismo año la pareja viajó a la ciudad de Buenos Aires, Argentina, su nueva residencia. El 16 de junio de 1931 nació su primer hijo: Jorge Onetti Onetti. En 1933 apareció su primer cuento publicado: Avenida de Mayo-Diagonal-Avenida de Mayo, en La Prensa, después de ganar un concurso convocado por el diario bonaerense. Poco después se divorció de su mujer y un año más tarde, de regreso en Montevideo, volvió a contraer matrimonio, esta vez con María Julia Onetti, la hermana de María Amalia. En 1935 escribió Los niños en el bosque y Tiempo de abrazar, que no se publicaron hasta casi cuarenta años después.
Continuó ejerciendo diferentes oficios y escribiendo cuentos y artículos, los cuales fueron publicados en diversos medios de Buenos Aires y Montevideo hasta 1939, año en donde publicó su primera novela, El pozo —considerada como la primera en abrir la novela de creación o nueva novela en América Latina— y fue nombrado secretario de redacción del semanario Marcha. Por ese entonces se separó de su segunda esposa. También por aquella época desarrolló interés por las artes plásticas —como se refleja en su correspondencia con su amigo Julio E. Payró y en su relación estrecha con Joaquín Torres García—. En 1940 publicó en el diario La Nación de Buenos Aires su primer cuento relevante, Un sueño realizado, al que siguió una extensa lista de publicaciones, formada entre otros por El obstáculo y El posible Baldi. Desempeñó el cargo de secretario de redacción de Marcha hasta 1941, cuando abandonó el semanario por diferencias con Carlos Quijano y comenzó a trabajar en la agencia de noticias Reuters. Ese año obtuvo el segundo lugar, con su novela Tierra de nadie, en un concurso convocado por la editorial Losada. El jurado estuvo compuesto por Guillermo de Torre, Norah Lange y Jorge Luis Borges. Poco tiempo después, Onetti fue enviado como corresponsal a Buenos Aires, donde permaneció hasta 1955.
En 1943 publicó Para esta noche,novela que hilvana con maestría situaciones y personajes verídicos en una trama atravesada por elementos fantásticos. En 1945 se casó con una compañera de trabajo en Reuters: la neerlandesa Elizabeth Maria Pekelharing. El 26 de julio de 1949 nació su primera hija: Isabel «Litti» María Onetti. En 1950 publicó La vida breve, una novela central en su obra. A pesar de que en sus primeras ediciones la novela no tuvo mucho éxito, no tardó en ser reconocida como una de las novelas más innovadoras de su tiempo, y aún hoy en día es considerada una de las obras más importantes de la lengua española. Colaboró con la revista Sur, dirigida por Victoria Ocampo, donde publicó su relato El álbum y la novela corta Los adioses. En 1954 tradujo This very Earth, de Erskine Caldwell, y en 1956 The Comancheros, de Paul Wellman. A fines de 1955 regresó a Montevideo y comenzó a trabajar en el diario Acción, y contrajo matrimonio por cuarta vez, esta vez con la joven argentina de ascendencia alemana Dorothea «Dolly» Muhr, a quien había conocido en 1945 y quien se convertiría en su compañera definitiva. En 1959 publicó la novela corta Para una tumba sin nombre, y en 1961 El astillero, otra de sus novelas más celebradas. En 1964 publicó Juntacadáveres, novela que fue finalista del Premio Rómulo Gallegos en 1967, pero perdió ante La casa verde de Mario Vargas Llosa.
Otros medios para los que trabajó fue la revista Ímpetu y como director en la revista Vea y lea. Publicó también algunas notas sobre cine en Crítica. Como periodista utilizó varios seudónimos: «Periquito el Aguador» para su columna «La piedra en el charco» en el semanario Marcha, «Groucho Marx» para temas de actualidad con tono humorístico y «Pierre Regy» para artículos de curiosidades literarias y cuentos policiales. En 1957, fue designado director de Bibliotecas en la División de Artes y Letras de la Intendencia Municipal de Montevideo, cargo que ocupó hasta 1975.
En 1967, Onetti grabó un disco para la serie Voz viva de América Latina, la cual contiene la lectura de fragmentos de la obra del autor en su propia voz. En ese mismo año apareció en Buenos Aires la primera edición de sus Cuentos completos por el Centro Editor de América Latina, y en 1970 se publicó en México una primera edición de sus Obras completas —si bien se omitieron algunos relatos de su juventud—. En 1973 publicó la novela corta La muerte y la niña.
En 1974 publicó una segunda edición de sus Cuentos completos y la novela corta Tiempo de abrazar, junto con todos sus cuentos escritos y publicados entre 1933 y 1950, además de ser jurado del Premio Anual de Narrativa organizado por Marcha, el cual se otorgó a Nelson Marra por su cuento El guardaespaldas. Debido a que tanto el relato como su autor fueron censurados por el dictador uruguayo Juan María Bordaberry, Onetti fue detenido y encerrado en un hospital psiquiátrico, de donde logró salir al cabo de tres meses gracias a la intervención del poeta español Félix Grande —entonces director de Cuadernos Hispanoamericanos, quien recogió firmas para lograr la liberación del escritor uruguayo y la del diplomático español Juan Ignacio Tena Ybarra (director del Instituto de Cultura Hispánica)—. Después de otra breve estadía en Buenos Aires, fue invitado nuevamente a Madrid por el Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana para participar en un congreso sobre el barroco. Onetti decidió entonces instalarse definitivamente en la capital española, donde residió durante casi veinte años.
Los años de Onetti en España se caracterizaron por una menor producción literaria pero de muchos premios y participaciones en congresos —participaciones que muchas veces se vieron afectadas por la timidez de Onetti, quien llegó a permanecer encerrado en una habitación de hotel durante la celebración del Primer Congreso Internacional de Escritores de Lengua Española en la ciudad de Las Palmas, en Gran Canaria (evento del cual había sido designado presidente, negándose entonces a participar en ninguna de las actividades previstas)—. En 1978 entró en el diario El País como colaborador; a través de la Agencia EFE trabajó también en diversos diarios hispanoamericanos. En 1979 publicó Dejemos hablar al viento —novela con la que concluyó la «Saga de Santa María» (trilogía conformada por La vida breve, El astillero y Juntacadáveres), y que está dedicada a su amigo Juan Ignacio Tena Ybarra, en agradecimiento a las gestiones que emprendió para permitir su liberación—. Además de esta novela, continuó escribiendo artículos, muchas veces tratando la problemática de los exiliados latinoamericanos. En 1981 fue anunciado como el ganador del Premio Cervantes de 1980, recibiendo así el galardón más importante de su carrera, el mismo año que fue propuesto por el Pen Club Español como candidato al Premio Nobel de Literatura —el cual no recibió—. Cuando en 1985 la democracia regresó a Uruguay, el presidente electo, Julio María Sanguinetti, lo invitó a la ceremonia de instalación del nuevo Gobierno; el escritor agradeció la invitación pero decidió declinar la oferta y permanecer en Madrid. En ese año recibió el Premio Nacional de Literatura de Uruguay.
En 1987 publicó Cuando entonces, su primera novela después de ocho años. En 1989, su novela La cara de la desgracia fue llevada al cine por el realizador argentino Pedro Stocky. Tras recibir el Premio Rodó en 1991, donó la dotación económica percibida por el mismo para la compra de libros en bibliotecas municipales. En ese tiempo, Onetti llevaba una vida cada vez más ermitaña: pasó sus últimos doce años encerrado en su apartamento en la avenida de América, en Madrid, donde recibía la visita de lectores y periodistas. Prácticamente no salía de su cama, en la que se la pasaba leyendo, fumando y bebiendo whisky. En 1993 se publicó su última novela, Cuando ya no importe, considerada como su testamento literario. Se trata de un relato de contrabandistas misteriosos que viven una aventura que Onetti describe con humor y ternura. La novela constituye una afirmación de esa portentosa capacidad de Onetti para poner en pie los mundos más sugestivos con el trazo contundente y firme de una literatura que se ha convertido en leyenda.
Juan Carlos Onetti falleció el 30 de mayo de 1994 a los 84 años de edad, en una clínica madrileña a causa de problemas hepáticos. Siguiendo su última voluntad, sus restos fueron cremados en el Cementerio de La Almudena de la capital de España. Tras su muerte, en Uruguay, la Intendencia de Montevideo rebautizó al Concurso Literario Municipal como Concurso Literario Juan Carlos Onetti.
COLECCIÓN «BIBLIOTECA DE EL SOL»
El Sol fue un periódico fundado en 1990 por el destacado editor y mecenas cultural español Germán Sánchez Ruipérez (Peñaranda de Bracamonte, Salamanca, 1926—República Dominicana, 2012), a la sazón fundador y presidente del grupo editorial Anaya y de La Casa del Lector de Madrid. La publicación se inspiró en el diario El Sol, histórica cabecera madrileña fundada en 1917 y desaparecida con la Guerra Civil de 1936.
Dirigido por el periodista José Antonio Martínez Soler (JAMS) y editado por Cecisa (Grupo Anaya), el nuevo periódico El Sol fue el primer diario español que contó con una redacción totalmente informatizada. En 1991, El Sol se convirtió también en el primer diario nacional con regalos promocionales, fomentando la lectura y la cultura con una colección de libros en formato económico, denominada Biblioteca de El Sol, editados, al igual que el periódico por Cecisa (Compañía Europea de Comunicación e Información, S.A.). Llegó hasta los 325 títulos, muchos de los cuales comienzan a ser muy buscados por coleccionistas de rarezas y curiosidades editoriales.
Esta colección fue muy popular durante su lanzamiento y ha adquirido un considerable potencial de revalorización en el tiempo, no por razones de calidad técnica editorial sino de índole literaria, artística e histórica: la efímera existencia del periódico con el que se distribuyó y de la empresa editora Cecisa; el que detrás de esta iniciativa de fomento de la lectura se encuentre el empeño personal del reputado editor y mecenas cultural Germán Sánchez Ruipérez; la gran calidad literaria de las obras publicadas, tanto las clásicas y contemporáneas como los libros que se editaron exclusivamente para esta colección; el innovador formato de edición y promoción; la publicidad inserta en un faldón de portada y a toda página en contraportada; las ilustraciones de las portadas, con el característico diseño gráfico de Rodrigo Sánchez sobre el arte conceptual firmado por un amplio elenco de dibujantes e ilustradores nacionales: Luis Mesón, Ángel Uriarte, Carlos Arroyo, Humberto Blanco, José Carlos Cazaña, Ana Isabel González, José L.N. Salinas, Carmen Cano, Natalia Parejo, Sergio Señán, Carmen Trejo, Ricardo Salvador, Jesús Rica, Emma Navarro, C.C. Nieto, Miguel Gutiérrez, Carlos Requejo, José María Requejo e Ignacio Catalán.
El periódico El Sol existió apenas durante dos años, cerrando en 1992 como consecuencia de las bajas ventas y su inestabilidad económica y directiva.